La palabra favorita de un niño pequeño durante la hora de comer es "¡no!" Incluso recibimos esta respuesta de nuestros "mejores comedores". Sin embargo, la hora de comer no debe ser una batalla constante que ponga estrés en tu familia. Comer de forma quisquillosa o selectiva a menudo parece un problema de comportamiento cuando en realidad puede haber algo más (sensorial, motor, estructural o médico) ocurriendo. Consulta con tu pediatra o un patólogo del habla y el lenguaje si tu hijo come menos de 20 alimentos y/o descarta grupos enteros de alimentos (es decir, solo come carbohidratos).
Cambia el enfoque de tu hijo comiendo a disfrutar de su tiempo juntos en la mesa. Los niños pequeños pueden comprender las emociones que emitimos (estresados o relajados). Es más probable que coman cuando hay menos presión sobre ellos. ¡También es importante comer con tu hijo porque comer es en realidad un comportamiento aprendido! ¡Al comer con tu hijo, le estás proporcionando modelos para realizar una masticación circular-rotatoria o similar a la de un adulto!
Por ejemplo, si tu hijo come macarrones con queso, prueba con un tipo diferente de queso en la receta. Si a tu hijo le encanta el pan, intenta comprar una marca diferente o tostarlo ligeramente. Otras formas de hacer modificaciones son cambiar la temperatura (ponerlo en el congelador o en el refrigerador antes de servir), agregar especias, agregar una salsa para mojar, cambiar el color y la forma. Para algunos niños, es posible que solo puedan manejar cambios muy pequeños al principio. Se creativo: corta pepinos en corazones, sirve la comida en forma de una carita sonriente en el plato, ¡hagan papas fritas caseras al horno! Al hacer pequeños cambios intentamos quitarles sensibilidades a alimentos diferentes.
De esa manera, siempre habrá algo en la mesa que tu niño comerá. Recuerda: como padre, tu estás a cargo de lo que hay para cenar y tu hijo está a cargo de si come y cuánto come.
Si está de acuerdo con tenerlo en su plato, ¡puede que te sorprenda y pruebe un bocado cuando tu no estés mirando!
Es fundamental que tu hijo se encuentre en un estado de excitación óptimo para que su cuerpo esté listo para comer y pueda atender a lo que hay sobre la mesa. Participar en una actividad motora sensorial antes de comer, como tener una fiesta de baile rápido, hacer burbujas o jugar al aire libre, puede ayudarle a autorregularse. Minimiza las distracciones en la mesa, esto incluye las sillas en las que están sentados. ¿Alguna vez te has sentido incómodo o distraído en un taburete alto con los pies colgando? Así se sienten algunos niños en sillas sin apoyo para los pies.
¡Trae a tu hijo al supermercado! Señala los alimentos que conocen, señala los alimentos que no conocen. Habla sobre los colores y olores que le rodean. Permite que tu pequeño se involucre en la cocina y en poner la mesa. Recuerda, a los niños les encanta imitar y así es como aprenden, así que sin presiones puede comer mientras tu preparas el almuerzo. Por ejemplo, ¡quizás meta el dedo en el frasco de mantequilla de maní y lo lame! Tal vez muerda una judía verde y hable sobre el crujido que hace. La terapia del habla AKP utiliza el enfoque secuencial sensorial oral (SOS) para la alimentación, que implica exponer nuevos alimentos en un enfoque jerárquico (Toomey & Sundseth, 2011), desde tolerar el alimento hasta tragarlo. Si tu hijo ayuda a llevar la comida a la mesa (incluso si es solo 1 pieza de pan), ya está en la etapa de interactuar con los alimentos.
En lugar de "delicioso", utiliza palabras como crujiente, salado, jugoso y sabroso. Esto es útil al presentar un nuevo alimento y compararlo con un alimento que ya conocen y les gusta. Por ejemplo, cuando pruebo la sandía por primera vez, podría decir algo como: "¡Esto es jugoso y rojo como una fresa!"
Recuerda que no estás solo. Es típico que los niños pequeños se nieguen a comer. Pero no lo es, el que reciban una nutrición inadecuada debido al rechazo de alimentos.
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Alexandra Princiotta, Terapeuta de Alimentación, MA CCC-SLP
hace 3 años